miércoles, 22 de mayo de 2024

URBANISMO Y ARQUITECTURAS MILITARES RAYANAS. ELVAS, CIDADE-QUARTEL, PATRIMÓNIMO MUNDIAL (2012)

(6)


1.4.3. Intervenciones en la Raia


Desde 1640 se produjo la militarización de los espacios civiles urbanos de las villas de frontera, como lógica consecuencia del cambio de funcionalidad de su estructura para adaptarla a la carga bélica que adquieren las ciudades rayanas. Mientras la muralla medieval tenía la función de contener la ciudad medieval intramuros, los recintos abaluartados expresan el divorcio directo entre la forma urbana y la tipología defensiva. Incluso ciudades que nacieron ya abaluartadas (Palma Nuova) aparecen hoy a los ojos del visitante como estructuras inacabadas, no urbanizadas por exceso de militarización. Las talas de árboles de los rossíos (Elvas) reforman el paisaje urbano en la guerra de 1640. En Badajoz es demolida la ermita de Santa Marina, porque su ubicación podía ser perjudicial para la defensa de la ciudad.

Por efecto de estas innovaciones técnicas cambia la organización del espacio de frontera medieval y renacentista. Mientras en la época medieval se crean vilas con sus respectivos castelos, distribuidos homogéneamente por los sucesivos frentes de batalla, con dispersión de recursos bélicos, a partir de mediados del siglo XVII la red urbana abaluartada se convierte en un sistema defensivo dependiente de una organización jerarquizada de plazas de guerra. Cambiaron los objetivos militares: de la guerra puntual en las ciudades para control visual del territorio, teniendo la red fortificada como frontera, a la guerra estratégica por la conquista total del territorio de frontera, controlado a través de una red militar de plazas fuertes y plazas de armas.

 

La renovación del sistema defensivo iniciada en 1641 lleva aparejada la creación de las provincias militares y la centralización de las decisiones militares en el Conselho de Guerra. De capital importancia para la organización del sistema defensivo de la frontera fue la división del territorio en seis provincias militares: Minho, Trás-os-Montes, Beira, Alentejo, Estremadura y Algarve, correspondiendo a cada provincia un gobierno militar con la Vedoria-Geral da Provincia como el organismo clave de gestión. Gobernadores de las provincias, gobernadores de las plazas principales y Vedores Gerais van a adquirir una importancia inusitada en los procesos de transformación de los espacios urbanos.

 

Se instituyó para cada provincia una especie de capital militar con una sede de gobierno militar. Se reconoció el valor emergente de capital militar de Viana (importante puerto de mar), antes de que Valença (Minho) fuese más intensamente fortificada y más afectada en su espacio urbano, de Chaves (Trás-os-Montes), de Almeida (Beira) y de Elvas (Alentejo).

 

El proceso de renovación del sistema defensivo fue extremadamente lento y complejo. Las Guerras de Restauração (1641-1668), que se centraron en la disputa de los principales centros fortificados -las plazas de guerra y sus líneas de abastecimiento y acceso-, forzarán soluciones más o menos improvisadas. La prioridad correspondió a las fortificaciones del Alentejo (Elvas, Olivença, Campo Maior, Juromenha, Castelo de Vide), en la Beira (Almeida) y más tardíamente en el Minho.

 

Sobre la primera línea de vanguardia de la raya alentejana-extremeña destacan recintos fortificados o fragmentos de recintos de distinto rango y estado de conservación urbanística y arquitectónica, patrimonios construidos que mantienen la imagen de la memoria de las villas abaluartadas.


La batalla de las Linhas de Elvas (1659) mostró la necesidad de fortificar también algunos lugares más interiores. Castelo Rodrigo será el caso más emblemático, pero también algunos otros más con la construcción de uno u otro baluarte (AlfaiatesMonsantoPenamacorCastelo Mendo) mantuvieron también una guarnición militar. Pese a que 1641 marcó el avance del proceso renovador, se constata que en 1668 serían muy pocas las estructuras sólidamente construidas. 

Fruto de los conflictos bélicos y de la Tratadística Militar se produjeron las siguientes intervenciones en los siglos XVII y XVIII:

·  Abaluartamiento de las fortificaciones renacentistas existentes en la raia del Alentejo: Nisa, Marvão Arronches, Campo Maior, Elvas, Estremoz, Évora, Olivença, Mourão, MouraBeja, Serpa Mértola, para su conversión en máquinas de guerra: Plazas Fuertes y Plazas de Armas.

· Construcciones de nuevo cuño en número muy reducido por las penurias económicas.


Fig. 8. Olivença (1732) Granpré.


La cartografía del siglo XVII es parca en aspectos relativos a la fortificación, salvo la implantación de algunos edificios militares. En cambio, el desarrollo de la cartografía militar en el siglo XVIII permite estudiar los procesos de adaptación de los espacios urbanos a las plazas de guerra. El levantamiento de las plazas de Minho, efectuado por Manuel Pinto Vilalobos en 1713, la planta de Almeida, diseñada por José Fernández Pinto de Alpoim en 1736, el álbum Topograhia da Fronteira (…) da Provincia de Entre Douro e Minho, elaborado en 1758 por el sargento mayor Gonçalo da Silva Brandão, y la Planta da Praça de Almeida e Seus Ataques de Miguel Luís Jacob de 1764 demuestran que estos documentos no son meros instrumentos de trabajo, al pormenorizar aspectos del espacio urbano y del terreno envolvente, constituyendo un excelente material de investigación.


En la Campaña de 1762 (Guerra de los Siete Años)[12] con la defensa dirigida por el Conde de Lippe, estratega anglo-germánico contratado por el Conde de Oeiras con nítido propósito renovador, no fueron construidas fortificaciones urbanas de raíz, anotándose sobre todo la reformulación y refuerzo de algunas plazas principales, mediante fuertes de campaña. A partir de mediados del Setecientos las plazas de guerra tendrá una mayor complejidad en las obras de fortificación, en la profundidad de las transformaciones urbanas y en la cantidad de equipamientos militares disponibles.

 

Se aprecia fortificación en algunos otros núcleos formalmente designados como plazas de guerra: PenamacorMelgaçoMourão. Asimismo, se procede a la fortificación puntual de estructuras medievales, actuando apenas sobre la epidermis (LindosoCastelo MendoMonsantoMarvão y Monsaraz), así como fuertes aislados, sobre todo en el Minho.

 

Así, se establece una jerarquía de plazas de guerra con diferencias regionales:

 

  • Frontera del Minho: Fortificación más equilibrada, más en consonancia con la red urbana medieval. Caminha más pensada para la defensa de la hoz del río, CerveiraValença (no siendo sede del gobierno militar de la provincia, será la más coherente y fuertemente fortificada), Monção y Melgaço, que muestran un proceso de fortificación más tenue, porque a partir de este punto comienza la frontera seca y la Serra da Peneda se convierte en una frontera / fortificación natural. Intervenciones puntuales en Castro Laboreiro y Lindoso.
  • Frontera de Trás-os-MontesCuenta solamente con tres plazas de guerra: ChavesBragança (que fueron protegidas mediante fuertes situados en la proximidad del perímetro urbano débilmente fortificado y disociados de él) y Miranda do Douro, que cubren tres frentes geográficos distintos con dos zonas de raya seca y una de raya húmeda, junto al Duero. Se trata de un sector de frontera defendida naturalmente, con baja densidad demográfica y una débil red urbana anterior, y que fue un escenario secundario de guerra.
  • Frontera de las Beiras. Una región dotada de una red urbana medieval bien estructurada y marcada por una frontera fosilizada en el Côa, en la que fue más frecuente el aprovechamiento de las estructuras defensivas preexistentes (medievales y manuelinas) puntualmente modificadas. En 1647 fueron creados dos partidos militares con sede en Almeida y Penamacor, plaza que fue apenas fortificada. Procesos de fortificación iniciados, pero detenidos en Alfaiates y Castelo Rodrigo, y muy tenues en MonsantoSeguraRosmaninhalZabreira y Salvaterra do Extremo.
  • Frontera del Alentejo. Sobre una red urbana antigua y compleja en los accesos a Lisboa, la frontera es la más peligrosa, razón por la cual se inscribe el mayor número de plazas de guerra sobre conjuntos urbanos, algunos de ellos muy modificados: Castelo de VideMarvãoCampo MaiorArronchesOuguelaElvasEstremozVilaViçosaJuromenhaOlivençaMonsarazMourãoNoudarMouraSerpa y Mértola, y la única frontera que vio desde muy pronto sus ciudades más interiores guarnecidas por fortificación moderna: Évora Beja. El Alentejo constituyó durante los siglos XVII y XVIII un intenso escenario de obras de fortificación un laboratorio experimental de nuevas soluciones de arquitectura militar, absorbiendo al mayor número y más cualificado de profesionales de la ingeniería militar en el inicio de su carrera.
  • Frontera del AlgarveAlcoutim y Castro Marim.


[12] Melón Jiménez, Miguel Ángel. (2022): España en la Guerra de los Siete Años. La Campaña Imposible de Portugal y el Ejército de Prevención (1761-1764). Sílex ediciones, S.L., Madrid. 755 p.

No hay comentarios:

Publicar un comentario