viernes, 22 de diciembre de 2023

LA “REVOLUCIÓN INDUSTRIAL” DE CÁCERES, A PARTIR DE LA MINERÍA EXTRACTIVA.

(y 3) 

(Continuación)

El movimiento de trenes fue prácticamente nulo entre 1881 y 1885. Por lo que respecta al tráfico de viajeros, a Cáceres llegaban y salían a diario 3 trenes de viajeros: el de Madrid, a las 07:40; el de Mérida, a las 08:00 y el de Portugal a las 17:00[15]. Si bien el ferrocarril no consiguió sacar a la población cacereña de su aislamiento secular, al menos contribuyó a intentarlo.

Sin duda, la mayor aportación de la minería de fosfatos fue la creación del Poblado Minero de Aldea Moret, modelo planeado de ciudad-jardín para obreros[16] (anterior a la formulación del Ensanche de Cánovas, que se proyectará en dirección SSO, atraído por la estación del ferrocarril y por la industria minera), que nació con carácter oficial, como Extrarradio de Aldea Moret, en el censo de 1887, tomando el nombre de su patrono protector. En dicha fecha se censaban en el barrio 304 personas y en 1897 sólo 177 por efecto de la crisis.

Vaivenes productivos: cierres y aperturas

El proceso productivo entró en crisis por contagio con la situación de la economía española finisecular y, ya en 1892, se hablaba de la demolición de algunos edificios, incluso del rumor de posible desaparición del Barrio Minero[17], noticias que se aprestó a desmentir la Sociedad, alegando que sólo se están derribando los edificios que amenazan ruina y que se reducía la plantilla de operarios a los mínimos para garantizas el mantenimiento.

Entre 1893 y 1899 la explotación debió estar parada varios años, como demuestran los proyectos para abastecimiento de agua a la ciudad desde los pozos del Calerizo. Sabemos que la Sociedad de Agua de las Minas dejó de suministrar agua en 1902, seguramente por reanudarse la extracción de fosfatos. La razón de la clausura fue motivada por el bajo precio del mineral y por el proceso anticuado de explotación, cuyo coste resultaba antieconómico.

En la primera década del XX, la Sociedad General de Industria y Comercio explotaba la mina Abundancia, la única abierta por ser la más importante del Calerizo, existiendo ya instalaciones dedicadas al enriquecimiento del fosfato y a su conversión en superfosfato.

La explotación no despegará hasta 1913, un año antes del inicio de la contienda bélica mundial (1914-1918), que disparó la demanda internacional de fertilizantes, lo que demostró que la economía disponía de información privilegiada sobre la guerra y se anticipó en un año al fuego de las armas. Ello permitió la modernización de los sistemas de explotación con nuevos medios técnicos: dos centrales eléctricas; fábrica de superfosfatos; preparación automatizada de las menas; trituradora mecánica de piritas para la preparación rápida de ácido sulfúrico; hornos de tostado y medidas de seguridad. Ampliaciones que obligaron al sobredimensionamiento de los primitivos talleres y a la creación de modernos talleres auxiliares (calderería, fundición y carpintería), junto a las oficinas de servicios técnicos (laboratorio) y administrativos.

Tales actividades hicieron despertar al Poblado Minero de su letargo. La dinámica poblacional seguía los vaivenes de la productiva. Los 79 vecinos y 340 habitantes de 1887 se elevaron a 154 vecinos y 510 habitantes en 1910. En 1907 el Ayuntamiento había concedido suelo para una promoción de casas baratas.

En los años 1913 y 1914 se produjeron un total de 11.850 Tm de fosfatos y 6.000 Tm de superfosfatos[18], que significaron el 83% del fosfato producido en la provincia de Cáceres (Mina Constanaza de Logrosán).

Tras el espejismo de esta coyuntura alcista, la actividad repuntará durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1927), para caer en picado rm la crisis económica mundial de 1929, que forzó, de nuevo, el hundimiento y cierre de las explotaciones mineras. La unidad de barrio se rompió con la promoción por el Ayuntamiento del proyecto de autoconstrucción del Grupo de Viviendas de la Barriada Nueva (1930), al otro lado de la vía férrea-

En 1945, la Unión Española de Explosivos (UEE), nueva propietaria de la factoría, reanudó el proceso de explotación, al descubrir por azar un nuevo filón, obteniendo en el trienio de 1945 a 1947 una producción de 58.721 Tm de fosfatos y 59.762 Tm de superfosfatos., pero en condiciones muy precarias de rentabilidad.

En 1956, el Calerizo presentaba un paisaje marciano por la dispersión de pozos verticales de explotación y galerías horizontales de extracción del fosfato, que se transmitían al exterior mediante las torres y los castilletes de las concesiones: Abundancia (en explotación de 1865 a 1960); Aragonesa; Cacereña; Camelias; Carvajala; Casualidad; Comercio; Cuco; Demasía; Eloisa; Esmeralda; Esperanza; Estrella; Exploradora; Flor de Extremadura; Imposible; Industria; Labradora; Lucero; María; María Estuardo; Moctezuma; No la necesito; Perla; San Antonio; San Eugenio; San Salvador, Santa Teresa; Victoria y Yeineo. (En negrita, las de mayor relevancia económica).

En 1957 se realizaron obras de mantenimiento y de construcción del nuevo almacén de superfosfatos, pero la funcionalidad fue sucumbiendo, a medida que la producción de la fábrica de abonos decaía, hasta su agotamiento definitivo en 1959 y cierre definitivo de la mina Abundancia en 1960, una centuria después desde el inicio de su explotación. La competencia en el mercado de los fosfatos saharianos de Fos Bucraa, y del Nitrato de Chile fue la puntilla definitiva para el cierre total de las instalaciones.

En 1960, la explotación minera de fosfatos de Aldea Moret contaba con el siguiente tinglado industrial construido: dos instalaciones para la obtención de ácido sulfúrico con dos baterías de hornos-cuba (contando cada una con los correspondientes equipos auxiliares de preparación de ácido, obtención de ácido nítrico, arrime de pirita y extracción de cenizas); depósitos de agua; fábrica de superfosfatos; tanques de electrolisis; hornos automatizados para el tostado de piritas; dos cámaras de plomo; planta para la obtención de cobre con cáscara y electrolítico; almacén de fosfatos con cintas móviles de transporte, y el Poblado Minero con todas sus instalaciones y dotaciones.

Fig. 1. Edificios singulares del Complejo minero-industrial de Aldea Moret

El expediente de crisis se firmó en 1973 por la empresa propietaria Unión Explosivos Riotinto, (UERT) manteniéndose el poblado con un carácter suburbial (76 residentes en el censo de 1981). En los años 90 la empresa constructora PLACONSA adquirió Aldea Moret para proceder a la urbanización del suelo.

CONCLUSIONES


· El sueño decimonónico cacereño de la ‘revolución industrial’, a partir de la minería de fosfatos de Aldea Moret, fue tan sólo eso, puro sueño público y negocio especulativo privado, sin que pudiera redimir a la ciudad de su pasado feudal agroganadero y latifundista, que sería canjeado desde los años 60 del siglo XX por la terciarización administrativa improductiva.

 

· No generó el empleo industrial endógeno prometido, al carecer Cáceres de operarios cualificados y tener que recurrir las diversas empresas a la importación de mano de obra exógena especializada, imposible de ser reclutada entre el jornalerismo municipal. De hecho, la máxima ocupación del poblado minero alcanzó los 517 habitantes en 1910.


· Tras una centuria larga de explotación minera y transformación industrial de fosfatos en superfosfatos, el complejo minero industrial de Aldea Moret (1860-1973), aportó beneficios económicos irregulares a las sucesivas empresas privadas, pero no catapultó a Cáceres como ciudad industrial.

 

·  El paisaje integrado de Aldea Moret[19], a poco más de 3 km al SO de la capital, fue la síntesis de las estrechas relaciones causales entre: explotación minera, transporte ferroviario (conexión de Cáceres con Madrid y Lisboa)[20], desarrollo industrial, y uso habitacional, que conformaron el complejo minero industrial centenario de Aldea Moret (1860-1960).


·   Al desguace de la instalación de ácido sulfúrico (1971), sucedería el de la nave de fosfatos (construida por entero con forjado de madera de pino Flandes de origen sueco, por técnicos belgas, franceses e ingleses, única en su género en España), junto a otras cuatro naves de madera (entre la que destacaba por su altura la fábrica de ácidos); la demolición de las centrales eléctricas (2000), la torre de refrigeración… Se mantendrían en pie los almacenes de superfosfatos (1957), de menor valor y más costosos de derruir, dentro de una flagrante incomprensión, privada y pública, por el patrimonio arqueológico industrial.


· Nuestras reivindicaciones ciudadanas salvaron al Poblado Minero de su aniquilación, y propiciaron la declaración en 2011 como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Lugar de Interés Etnológico[21].


·  Para los cacereños ilustres, Aldea Moret siempre fue un barrio de extrarradio en la periferia suroccidental de Cáceres[22], espacio de actividades marginales y de ciudadanos marginados, ajenos a la memoria patrimonial colectiva, a la planificación y a la gestión. Las imágenes actuales de abandono, deterioro, destrucción y aniquilación premeditada de Aldea Moret por la ola urbanizadora constituyen una afrenta histórica al patrimonio cultural: minero, industrial, ferroviario, urbanístico, arquitectónico y ambiental.



[15] Leal, L. (1960. Ráfagas. Salamanca.

[16] El poblado siguió un modelo de urbanismo utópico de las colonias industriales británicas del siglo XIX, importado por Segismundo Moret, funcionando de manera autónoma desde su construcción, por lo que tenía su propio comedor, cantina, escuelas laicas, jardín botánico, piscina…”.

[17] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1892). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 18 de noviembre. Ref. 202-274.

[18] Gómez, D. (1978): Aldea Moret… Opus cit., p. 32.

[19] Campesino, A.-J. (2006): Poblado y complejo minero-industrial de Aldea Moret: de paisaje integrado a patrimonio dilapidado”. Piedras con Raíces. La revista de nuestra arquitectura vernácula, nº 15, otoño. Asociación por la Arquitectura Rural Tradicional de Extremadura (ARTE), Cáceres, pp. 4-12.

[20] La llegada del ferrocarril en 1881 sacó a Cáceres de su aislamiento histórico, al dotar a la ciudad y a su producción agroganadera de un modo revolucionario de transporte, que permitió los flujos de mercancías y personas con el área de consumo de Madrid y dinamizó su precaria economía comercial.

[21] Decreto 92/2011, de 20 de mayo, por el que se declara bien de interés cultural con la categoría de lugar de interés etnológico, el poblado minero de “Aldea Moret” en el término municipal de Cáceres. Comunidad Autónoma de Extremadura (BOE, 143, de 16/06/2011).

[22] Gurría, J. L. (1977): La ciudad de Cáceres y su entorno geomorfológico. Memoria de Licenciatura. Departamento de Geografía y Ordenación del Territorio, Cáceres. (Inédita).

 

miércoles, 20 de diciembre de 2023

LA “REVOLUCIÓN INDUSTRIAL” DE CÁCERES, A PARTIR DE LA MINERÍA EXTRACTIVA.

(2)

(Continuación)

Explotación: crisis y euforias

Hasta 1864 no se produjo el hallazgo de las primeras piedras de fosforita (roca sedimentaria con altos contenidos de minerales fosfatados de cal) en los depósitos de calizas devónicas de la falda occidental del Cerro de Cabeza Rubia, realizado por Lorenzo Acuña y Diego Viviano[8]. Los minerales extraídos de este sector fueron expuestos en diversas exposiciones nacionales e internacionales[9], en alguna de las cuales (Filadelfia, 1876) fue premiada la calidad del mineral. La riqueza del fosfato de cal tribásico era en ocasiones muy pura, aunque su ley oscilaba entre 65 y 70%[10], razón por la cual se acogió el descubrimiento como el remedio capaz de solucionar todos los problemas urbanos: el sueño de la revolución industrial de Cáceres.

Entre 1866 y 1878 la producción minera de fosfatos de Aldea Moret se cifró en 144.000 Tm, según la profesora Gómez Amelia, con irregularidades marcadas, entre 6.000 y 110.000 Tm anuales que, según estimación de Egozcue y Mallada representaban la novena parte de las reservas calculadas en 1.300.000 Tm[11]. Las irregularidades se explicaban, porque los propietarios de las concesiones mineras se abstenían de explotarlas directamente y las arrendaban para la obtención de un canon por Tm extraída.

A comienzos de 1876, la sociedad minera local de “La Fraternidad” vendió todos sus derechos a Segismundo Moret y Prendergast, un burgués gaditano de extracción burocrática (Catedrático de Economía Política), mezcla de político (Jefe del Partido Liberal, Ministro en varias ocasiones y Presidente del Gobierno) y empresario enquistado en los órganos del poder, muy cerca de los oscuros manejos del capital extranjero de los fosfatos y de los ferrocarriles de la segunda mitad del XIX.

Moret concentró todos los derechos mineros y los refundió en la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres, de la que se autonombró administrador. Su posición privilegiada en Madrid le permitió introducir reformas sustanciales en las técnicas de explotación, como las primeras máquinas de vapor con alimentación por carbón traído en carretas desde Espiel y Bélmez, con lo que le iba a conseguir una reducción notable de la plantilla de trabajadores, hasta situarla entre los 200 y 300 operarios, cada vez más cualificados, es decir, mineros no cacereños, ni extremeños. Singular constatación de la falsedad de las promesas mineras de creación de empleo endógeno, entonces y ahora.

En Lisboa, la sociedad portuguesa Vitoria se encargaba de exportar las 11.000 Tm anuales de fosfatos, procedentes de Aldea Moret, a Inglaterra, Alemania, Francia y Dinamarca. Los costes de tan precario transporte quintuplicaban el precio final, desde los 60 reales/Tm a boca de mina a los 291,17 rs. en Inglaterra. La lentitud del transporte por carretas obligaba a detener la producción cuando el nivel de stocks no encontraba salida, con lo que las entregas de los pedidos se retrasaban notablemente. Y el tráfico por carretera producía notables destrozos en la calzada, por lo que había necesidad de realizar el transporte por caminos de herradura.

De 1867 a 1960, que finiquita la explotación de fosfatos de Aldea Moret, se sucedieron las siguientes crisis y euforias coyunturales:

- (1884): Descenso de la producción por competencia extranjera.

(1892-1912): Crisis y cierre de explotaciones; empleo de la energía eléctrica con dos centrales (1909).

- (1913-1929): Reanudación de la actividad por la neutralidad de la Primera Guerra Mundial y fuerte demanda internacional con precios rentables; desde 1913, la titularidad de la explotación corresponde a la Sociedad General de Industria y Comercio de Madrid.

- Explotación minera centrada en la mina Abundancia; transformación industrial de fosfatos en superfosfatos; modernización técnica: molinos, trituradoras, hornos, almacenes…

-  (1945) Nueva propietaria, la Unión Española de Explosivos (UEE).

-  (1960) Cese de actividad.

-  (1974) Cierre definitivo en 1974 por Explosivos Riotinto (ERT). 

La estructura económica urbana del Cáceres finisecular (Censo de 1897) presentaba la siguiente distribución: activos del sector primario (49,2%), del secundario (12,2%) y del terciario (38,6%). Tres décadas después, en 1930, los porcentajes de actividad eran muy diferentes: primario (16,1%); secundario (46,4%) y terciario (37,5%). El mayoritario porcentaje del sector industria podría hacer pensar en el logro de la “revolución soñada”, pero nada más lejos de la realidad, porque la mayoría de los activos registrados procedían del trasvase de activos rurales al subsector de la construcción y de las obras públicas durante la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1927).

Transporte por ferrocarril

Desde 1862, los proyectos de creación de una vía férrea de Madrid a Lisboa por el Valle del Tajo no fraguaron hasta que Segismundo Moret la necesitó para satisfacer los intereses mineros de su explotación de fosfatos. El ferrocarril Madrid-Cáceres-Portugal (MCP)[12] unió Madrid y Lisboa por Valencia de Alcántara el 20 de octubre 1881[13], siendo inaugurado con grandes fastos triunfales por los monarcas Alfonso XII y D. Luis I de Bragança.

El ferrocarril llegó a Cáceres, de rebote, a través de un ramal desde la Estación de Arroyo-Malpartida a la de Aldea Moret y su prolongación prolongado hasta Cáceres donde, moría en un apeadero en fondo de saco. Situación que se mantuvo hasta 1963 con la construcción de la estación en línea. El caótico trazado del ferrocarril (cuestionado por los propios ingenieros) demostró el único interés de Moret por el transporte de sus fosfatos y el desinterés absoluto por el transporte de viajeros urbanos, como evidenciaron las neuróticas preferencias de ubicar estaciones en Monfragüe (a 13 km de Plasencia) y en Arroyo-Malpartida (a 17 km de Cáceres, capital de la provincia).

Con atino calificó estas prácticas monopolistas el Periódico El Extremeño, publicado en Plasencia el 17 de septiembre de 1882, al afirmar:

“Como el Sr Moret nos tiene por desgracia acostumbrados a que todos sus negocios no sean más que redondos para él y perjudiciales para los puntos en que se fija para explotarlos, llamamos la atención de nuestra Diputación para que esté sobre aviso y no se deje engañar por el gitano financiero que solo sabe hacer ferrocarriles hilvanados”.

A lo que yo añado[14]:

“El Ayuntamiento de Cáceres cambió el nombre de la calle Corte (s. XVI) por Moret en 1913, en homenaje callejero al prócer gaditano D. Segismundo Moret y Prendergast, jefe del partido liberal y presunto benefactor urbano, por traer el ferrocarril a Cáceres, cuando en realidad lo hizo para provecho de sus negocios de fosfatos”.

Pese a ello, hay que reconocer que la llegada del ferrocarril a Cáceres fue un hito en la revolución del transporte, estrechamente vinculado a la revolución industrial minera, sacando a la ciudad de su aislamiento medieval y conectándola con las capitales peninsulares por el Valle del Tajo, lo que favoreció los flujos de materias primas agroganaderas y de personas. El ferrocarril rebajó considerablemente el costo por Tm transportada de fosfato, mejorando su comercialización y la obtención de mayores beneficios.



[8] Muñoz de San Pedro, M. (1953): La ciudad de Cáceres. Estampas de medio siglo de pequeña historia. Ayuntamiento de Cáceres, Cáceres, p. 18.

[9] Exposiciones de París (1867); Zaragoza (1868); Viena (1873); Lorca (1873); Madrid (1874); Filadelfia (1876) y Paris (1878).

[10] Dalençon, E. (1872): Estudio sobre las minas de fosfato de cal del distrito de Cáceres. Cáceres, p. 85.

[11] Egozcue, J. y Mallada, L. (1876): Memoria Geológica-Minera de la Provincia de Cáceres. Madrid.

[12] Lizana, E. (1992): El ferrocarril Madrid-Cáceres-Portugal (M.C.P.) y su incidencia territorial. Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1991-1992. T. I y II. (Tesis Doctoral dirigida por el Dr. Miguel Ángel Troitiño Vinuesa).

[13] Campesino, A.-J. (2012): Línea férrea Madrid-Cáceres-Portugal (MCP). (Lógica territorial del ferrocarril por el Valle del Tajo). Universidad de Extremadura, Cáceres. 20 p. (30 de marzo). (Inédito).

[14]Campesino, A.-J. (1990): “Centro ciudad y revitalización funcional: las calles peatonales cacereñas de Pintores y Moret”. OESTE, Revista de Arquitectura y Urbanismo del Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura, 6/7. “Urbanismo: Calles peatonales en Extremadura, 2. COADE, Cáceres, pp. 119-134.

 


martes, 19 de diciembre de 2023

LA “REVOLUCIÓN INDUSTRIAL” DE CÁCERES, A PARTIR DE LA MINERÍA EXTRACTIVA.

 

INTRODUCCIÓN

Al igual que Extremadura, la villa de Cáceres no ha tenido que “sufrir” los perniciosos efectos de la “revolución industrial”, porque en su historia urbana ha saltado sin red del sector primario al terciario sin pasar por el secundario. En consecuencia, ambas ni se industrializaron, ni se urbanizaron, pudiendo mantener, a cambio, las ventajas comparativas del presente paraíso ambiental protegido de 1.300.000 ha.

En la ciudad de Cáceres, las expectativas de incorporarse a la “revolución industrial” se relacionan, curiosamente antes y ahora, con la industria minera extractiva, del fosfato cálcico de Aldea Moret (a 3 km del centro-ciudad), entre 1860 y 1974, y si la Providencia no lo remedia (a tenor de los vientos políticos dominantes del SO) de la minería del litio en Valdeflores, a 1 km de la ‘Ciudad Vieja’ en el entorno inmediato de protección del Patrimonio Mundial.

No cabe duda que tal sintonía comparada da pie para escribir un par de novelas: una realista sobre el fosfato de Aldea Moret, y otra negra de terror sobre el litio de Valdeflores, con mucho suspense incluido.

LA MINERIA DE FOSFATO DE ALDEA MORET

Antecedentes

En la segunda mitad del siglo XIX, Cáceres era una pequeña villa de 13.466 habitantes, cuya economía urbana dependía de un extenso medio rural, dominado por las actividades agroganaderas de la gran propiedad latifundista y de las funciones capitalinas del terciario administrativo.

En el mermado y poco significativo sector secundario destacaban los caleros, que desde el Fuero (s.XIII) practicaban su industria de extracción y preparación de la cal blanca y morena (constructivamente muy apreciadas para la exportación)[1], en los 24 hornos de cal (de los 30 históricos), que aún quedaban en 1900[2] en las tierras comunales del Calerizo.

La aplicación de los fosfatos a la agricultura en el siglo XIX originó una alerta general y un fuerte interés hacia los lugares en que se constataba su existencia, como el "Dorado" minero decimonónico. 

No obstante, conviene destacar que la 'fiebre' cacereña de los fosfatos se inició 20 años antes de su puesta en explotación, al detectarse su presencia en el Calerizo, tal como se constató en las recomendaciones municipales sobre apertura de pozos de 1843[3] y 1846[4]

Con las sucesivas prospecciones individualizadas se crearon diversas agrupaciones para la explotación de las pertenencias denunciadas. Resulta imposible el conocimiento de estas agrupaciones iniciales por la carencia de Libros de Acuerdos Municipales entre 1847 y 1886, voluntariamente ‘desaparecidos’. 

Importa mucho reseñar el descontrol del crecimiento urbano cacereño entre 1860 y 1880, coincidente (no por casualidad), con el despegue de la minería de fosfatos. El Ayuntamiento era el principal incumplidor con concesiones de suelo y de licencias de edificación de muy dudosa legalidad. Así lo denunció el entonces concejal socialista Antonio Canales, en Sesión de 22 de junio de 1907[5], al descubrir que: “las Actas se encuentran abiertas, sin firma del Secretario ni de los Concejales, y en ellas se hacen concesiones de terrenos públicos para casas y plantíos, con la impresión de haberse redactado todas el mismo día y haberse dejado abiertas y sin firma para poder subsanar, mediante los oportunos raspados, los errores en un momento de apuro. Y sin contemplaciones, se arrancan las hojas en 1880”. 

Sobre tan movediza arena como las Actas de Sesiones manipuladas, se crearon  derechos por particulares, denunciadas mediante instancia al Gobernador Civil, cuya respuesta fue: “…que se lucha con grandes dificultades para averiguar las delimitaciones realizadas en terrenos comunales…”. A raíz de esta denuncia, las actas reseñadas fueron precintadas en el citado año 1907 y... desaparecieron. Antonio Canales estaba 'haciendo amigos’ que treinta años después le pasarían la factura, siendo Alcalde, apresándolo el 10 de agosto y fusilándolo el 25 de diciembre de 1937[6], día de Navidad.

Los principales problemas que tuvo que afrontar la explotación minera de fosfatos fueron señalados por la geógrafa, profesora Dionisia Gómez Amelia[7]:

a) * Condiciones geológicas desfavorables: los filones sobre calizas devónicas eran pobres e irregulares, en bolsadas paralelas a favor de las diaclasas o cortándose ortogonalmente, a lo que se unía la abundancia de agua que impedía las labores.

b) *  Insuficiencia de medios técnicos de explotación: el mineral comenzó arrancarse a cielo abierto, sin orden ni concierto, de 1866 a 1878, con la técnica preindustrial de los caleros, a pico y pala o con el empleo de barrenos. De los pozos de extraía el material en cestos mediante poleas. Tales sistemas primarios precisaban de empleo masivo de mano de obra, pero con rendimientos muy bajos por el escaso volumen de material arrancado y por el elevado coste salarial de mano de obra.

c) * Constantes cambios en la propiedad de los yacimientos.

* * Carencia total de infraestructuras de transportes (carros tirados por sangre, camino de Mérida y por ferrocarril desde 1863 al puerto de Lisboa). hasta la llegada del ferrocarril en 1881.



[1] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1888). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 6 de octubre. Ref. 202-271. “Se está permitiendo por el municipio a D. José Hernández Wright la extracción de cal para su exportación. Éste se compromete a pagar 2 ptas. y 50 cm por cada vagón de cal que cargue en la estación”.

[2] Archivo Municipal de Cáceres (AMC). (1900): “… Los 24 hornos de cal existentes en los baldíos, como propiedad del municipio serán de aprovechamiento común entre los vecinos hijos de esta población, que se dediquen permanentemente a la saca de cal".

[3] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1843). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 3 de marzo. Ref. 202-266. “… Que se obligue a todas aquellas personas que hayan hecho pozos o excavaciones para descubrir las minas, las cierren inmediatamente en el caso de haber abandonado su proyecto”.

[4] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1846). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 3 de marzo. Ref. 202-268. “…. Nueva orden de que se tapen todos los pozos de las minas que se hallen abandonados ,a fin de evitar las desgracias que en otro caso puedan ocurrir por hallarse la mayor parte de ellos en las inmediaciones de los caminos”.

[5] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1907). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 22 de junio. Ref. 202-268. “En el tomo correspondiente al año 1862, las actas aparecen sin firma alguna y se hacen concesiones de terreno para casas y plantíos en las fechas de 1 y 13 de mayo, 2 de junio, 21 y 28 de julio, 4 de agosto y 9 de diciembre”. “En 1864 se realizan concesiones para casas y otras para plantíos en la Sierra de la Montaña y Valdeflores. Antes de 1865 sin firmar y así hasta 1871…”.

[6] Campesino, A.-J. 1980): “La mortalidad en la ciudad de Cáceres: 1936-1943”. Miscelánea Cacereña (1ª Parte). Delegación Provincial del Ministerio de Cultura, Cáceres, pp. 33-49.

[7] Gómez, D. (1978). Aldea Moret. De poblado minero a suburbio cacereño. Aula de Cultura de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, Cáceres. 109 p.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

 EL AGUA, BIEN PATRIMONIAL (ESCASO) DE LA CIUDAD DE CÁCERES.

(y 5)

(Continuación)

El Calerizo ocupa una superficie de 1.400 ha. Su cubeta kárstica, orientada de NO a SE, a modo de esponja, se avena de las escorrentías procedentes de las serretas del anillo ordovícico y de los manantiales que se filtran por el complejo sistema de fracturas. Teniendo en cuenta que la precipitación media anual de Cáceres es de 500 mm/m2, pluviométricamente considerada escasa, las reservas medias se estiman en 12 hm3 y el agua de reposición anual en 3 hm3.

Las surgencias hídricas afloran por los arroyos del Junquillo, Mina Esmeralda, Santa Ana, Arropez, La Alberca y Ribera del Marco, con un caudal en éste caso de 95 litros/seg., (como estima el geólogo Juan Gil en sus competentes estudios de Hidrogeología del Calerizo), que permitieron en época histórica proporcionar fuerza hidráulica para mover 25 molinos en la Ribera del Marco.

Como explicó el citado profesor en su última conferencia sobre “El Acueducto romano de Cáceres”[22], éste fue descubierto en 1895 por el farmacéutico Joaquín Castel. Un hallazgo arqueológico de valor urbanístico singular que explicaba, ante la ausencia fundacional de río, el origen y la supervivencia urbana de Castra Caecilia-Norba Caesarina, ubicada a 46 millas de Augusta Emérita sobre la Vía de la Plata. 

Resulta increíble que tal aportación no fuesa aceptada entonces por los eruditos cacereños y permaneciese más de un siglo en el olvido de la literatura urbana, porque dicha conducción subterránea abovedada fue redescubierta en 2018, al cimentar la construcción del grupo de viviendas frente al Hospital San Pedro de Alcántara. En origen, partía de la Fuente del Marco (430 m) y con recorrido de pendiente muy suave por San Francisco llegaba a la base de la muralla, apoyado en las pizarras, hasta el decantador (426 m) y cisterna (414 m), construidos bajo la Torre de los Pozos. En esta fotografía de 1915 se aprecia perfectamente el trazado, sobre el cual los almohades construyeron la muralla en el siglo XII.

Fig. 3. Cáceres: fachada de la muralla de mediodía (1915)


Como aportó recientemente en su conferencia[23] el Ingeniero Agrónomo, Expresidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana y buen amigo José Ignacio Sánchez Sánchez-Mora, el Proyecto de Abastecimiento de Agua a Cáceres desde el Calerizo fue aprobado el 28 de febrero de 1950 y adjudicado en 1955 con presupuesto final de 25,3 millones de ptas. Para entonces, la población de Cáceres había alcanzado los 45.429 habitantes y seguía dependiendo del agua del Calerizo.

Y así iba a continuar hasta que 1971 la Confederación Hidrográfica del Tajo construyó la Presa de Abastecimiento de Cáceres sobre el arroyo Guadiloba, para una población de 56.064 habitantes.

CONCLUSIONES


· Cáceres ha tenido históricamente y sigue teniendo problemas muy serios y preocupantes con el agua de abastecimiento, porque la Presa de Guadiloba, no puede abastecer a 95.000 habitantes urbanos, dadas las limitaciones técnicas insalvables para la ampliación de la superficie (13.500 ha) y del vaso de embalse (20 hm3).

 

·    La solución técnica idónea hubiese estado en el Proyecto de Trasvase de Agua desde el Almonte al Guadiloba (1992), mediante la construcción de una presa en el Almonte, pero fue bloqueada por planteamientos ecologistas descerebrados, que forzaron la declaración de Impacto Ambiental negativa.


·  El macroproyecto de Trasvase de Aguas desde la presa de Portaje-Gabriel y Galán al Guadiloba, a 78 km de Cáceres, fue adjudicado en 2007 a la UTE Sando-Befesa. La no previsión del cruce de las fosas de los ríos Tajo y Almonte paralizaron el proyecto y allí quedaron enterrados 60 millones de euros.


·  El anillo ordovícico y el Calerizo inserto en él son formaciones geológicas y geomorfológicas del entorno natural de Cáceres, tan patrimoniales como la propia ciudad, lo mismo en superficie que los estratos subterráneos, y, como tales han de ser considerados.


·  El maltratado, explotado y contaminado reservorio de agua del Calerizo, que tantos servicios ha prestado a la ciudad, junto a todas sus fuentes, precisan de ordenación y gestión integradas para afrontar las amenazas mineras y sondeos que ya se ciernen sobre él y sobre el paisaje cultural de la zona de amortiguamiento de la ‘Ciudad Vieja Patrimonio Mundial.

 


[22] Gil, J. (2023): “El acueducto romano de Cáceres”. Conferencia inédita, dictada el 18 de noviembre en la Biblioteca Pública de Cáceres, Cáceres.

[23] Sánchez Sánchez-Mora, J. I. (2023): “El abastecimiento de aguas a la ciudad de Cáceres”. Conferencia inédita, organizada por la Asociación Torres de Cáceres e impartida el jueves 16 de noviembre en el Salón de Actos del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Cáceres. Cáceres. (Agradezco al autor la información prestada).


martes, 12 de diciembre de 2023

EL AGUA, BIEN PATRIMONIAL (ESCASO) EN LA CIUDAD DE CÁCERES

(4)

(Continuación)

Durante la primera mitad del siglo XX, el abastecimiento de agua a Cáceres continuó siendo el principal problema heredado, insoluble.

El número de fuentes y su caudal permanecieron inalterables[18], mientras se multiplicó la demanda poblacional en progresión geométrica[19], porque la población pasó de los 16.933 habitantes de 1900 a los 45.429 de 1950, con crecimiento neto del (168%).

La Sociedad de Aguas Potables de Cáceres, que suministraba a la ciudad desde los pozos de las minas de Aldea Moret, a 1,20 ptas./m3, era un modelo de pésimo funcionamiento. Asimismo, se denunciaban los abusos que cometían en las fuentes públicas los poseedores de medios de acarreo y almacenamiento. Y en cada primavera se reproducía una época de suplicio y privaciones con notable deterioro de la higiene personal y ambiental, por presencia endémica del tifus y la colibacilosis, con sobremoratalidad general y, sobre todo infantil, que obligaban a hervir el agua para el consumo doméstico.

En 1914, nadie se había preocupado de alumbrar nuevos veneros de agua y la escasez se hacía agobiante para más de 18.000 ciudadanos, obligando al cierre de varias industrias de la Ribera del Marco.

Ante los graves hechos consumados el Ayuntamiento iniciará una loca carrera de proyectos y soluciones contradictorias, a saber:


·   Primer proyecto, encargado a Leandro Pérez-Cossío, el 12 de junio de 1914 para el intento de captaciones de aguas subterráneas en la parte norte de la Sierra de la Montaña y en las minas de Valdeflores. El resultado fue negativo y se abandonó, cuando el eminente geólogo, geógrafo e historiador Eduardo Hernández-Pacheco y Estevan, en carta a la alcaldía manifestó su docta opinión contraria al proyecto, proponiendo como alternativa la captación por un pozo de 15 a 20 m de profundidad, ofreciéndose, de forma desinteresada, a su estudio sobre el terreno[20]. En vista de ello, se pensó ampliar el radio de búsqueda hasta la Sierra de San Pedro, Casas de Millán y Montánchez.

 

·  Segundo proyecto, encargado al Ingeniero de Caminos Pedro García Faria, el 22 de junio de 1917, para la búsqueda de agua en la Sierra de Montánchez, desechado en 1918 por carencia de caudal suficiente, pese a que el responsable del mismo auguraba un caudal de 150 lts./hab,/día.


·  Tercer proyecto, encargado a Julián Solano Gurruchaga, por precio de 20.000 ptas. el 9 de julio de 1920, sin operatividad alguna. La situación en la década de los años 20 es ya desesperada, pues para los 23.563 habitantes se precisaban 600 m3 diarios y los pensamientos apocalípticos se reprodujeron en el sentido de temer la pérdida de la capitalidad por falta de agua. En tal situación, el Ayuntamiento acordó por unanimidad la incautación de la red, agua, enseres, distribución y maquinaria de la Compañía de Aguas de Cáceres en 1920, culpándola de ser responsable de la situación por no haber repuesto las bombas de suministro.


·  Cuarto proyecto, encargado de nuevo a Pedro García Faria, que insistió en traer el agua desde la Sierra de Montánchez, en este caso apoyándose en el Real Decreto de 30 de marzo de 1926, del Ministerio de la Gobernación. Después de tan reiteradas filigranas, que precisaban expropiar 893 ha en el término de Montánchez, no parecía haber agua suficiente y el montante de toda la obra por 4.486.432,79 ptas. escapaba con mucho a las posibilidades presupuestarias del Ayuntamiento de Cáceres.

Mientras se producían estas elucubraciones, alguien más técnico y práctico, decidió seguir las indicaciones del profesor Hernández-Pacheco y realizó un pozo en el Sitio de los Regajos, a 1 km al oeste de la población, a una profundidad de 10 m, que proporcionó un caudal de 63.892 lts./día. Se construyó un depósito y se llevaron dos tomas a la población, una a la Plazuela de la Concepción y la otra a la Calle de Godoy. En esta ocasión, tampoco hubo suerte con la potabilidad del agua por su excesivo contenido de óxido de hierro.

Incapaces los gestores urbanos municipales de dar solución al problema, retornaron al abastecimiento de agua del Calerizo, tras treinta años de inútiles planteamientos.

Fig. 2. Geología de “El Calerizo” de Cáceres

Fuente: Juan Gil Montes (2009)[21].



[18] Fuente del Rey; Fuente Concejo; Fuente Fría (XV); Fuente Rocha; Fuente del Piojo; Aguas Vivas; Hinche (Sierrilla); Fuente de la Concepción (avenada desde el depósito del Paseo Alto)... 

[19] Dinámica poblacional de Cáceres: 16.933 (1900); 17.910 (1910); 23.563 (1920); 25.869 (1930); 39.392 (1940); 45.4239 (1950).

[20] Archivo Municipal de Cáceres. Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 9 de octubre de 1914. (Ref. 202-294).

[21] Gil, J. (209): “Geología de “El Calerizo” de Cáceres”. Estudios de Geoarqueología en Extremadura. Blog de Juan Gil Montes. Cáceres. https://jugimo.blogspot.com/2009/06/geologia-de-el-calerizo-de-caceres.html