martes, 19 de diciembre de 2023

LA “REVOLUCIÓN INDUSTRIAL” DE CÁCERES, A PARTIR DE LA MINERÍA EXTRACTIVA.

 

INTRODUCCIÓN

Al igual que Extremadura, la villa de Cáceres no ha tenido que “sufrir” los perniciosos efectos de la “revolución industrial”, porque en su historia urbana ha saltado sin red del sector primario al terciario sin pasar por el secundario. En consecuencia, ambas ni se industrializaron, ni se urbanizaron, pudiendo mantener, a cambio, las ventajas comparativas del presente paraíso ambiental protegido de 1.300.000 ha.

En la ciudad de Cáceres, las expectativas de incorporarse a la “revolución industrial” se relacionan, curiosamente antes y ahora, con la industria minera extractiva, del fosfato cálcico de Aldea Moret (a 3 km del centro-ciudad), entre 1860 y 1974, y si la Providencia no lo remedia (a tenor de los vientos políticos dominantes del SO) de la minería del litio en Valdeflores, a 1 km de la ‘Ciudad Vieja’ en el entorno inmediato de protección del Patrimonio Mundial.

No cabe duda que tal sintonía comparada da pie para escribir un par de novelas: una realista sobre el fosfato de Aldea Moret, y otra negra de terror sobre el litio de Valdeflores, con mucho suspense incluido.

LA MINERIA DE FOSFATO DE ALDEA MORET

Antecedentes

En la segunda mitad del siglo XIX, Cáceres era una pequeña villa de 13.466 habitantes, cuya economía urbana dependía de un extenso medio rural, dominado por las actividades agroganaderas de la gran propiedad latifundista y de las funciones capitalinas del terciario administrativo.

En el mermado y poco significativo sector secundario destacaban los caleros, que desde el Fuero (s.XIII) practicaban su industria de extracción y preparación de la cal blanca y morena (constructivamente muy apreciadas para la exportación)[1], en los 24 hornos de cal (de los 30 históricos), que aún quedaban en 1900[2] en las tierras comunales del Calerizo.

La aplicación de los fosfatos a la agricultura en el siglo XIX originó una alerta general y un fuerte interés hacia los lugares en que se constataba su existencia, como el "Dorado" minero decimonónico. 

No obstante, conviene destacar que la 'fiebre' cacereña de los fosfatos se inició 20 años antes de su puesta en explotación, al detectarse su presencia en el Calerizo, tal como se constató en las recomendaciones municipales sobre apertura de pozos de 1843[3] y 1846[4]

Con las sucesivas prospecciones individualizadas se crearon diversas agrupaciones para la explotación de las pertenencias denunciadas. Resulta imposible el conocimiento de estas agrupaciones iniciales por la carencia de Libros de Acuerdos Municipales entre 1847 y 1886, voluntariamente ‘desaparecidos’. 

Importa mucho reseñar el descontrol del crecimiento urbano cacereño entre 1860 y 1880, coincidente (no por casualidad), con el despegue de la minería de fosfatos. El Ayuntamiento era el principal incumplidor con concesiones de suelo y de licencias de edificación de muy dudosa legalidad. Así lo denunció el entonces concejal socialista Antonio Canales, en Sesión de 22 de junio de 1907[5], al descubrir que: “las Actas se encuentran abiertas, sin firma del Secretario ni de los Concejales, y en ellas se hacen concesiones de terrenos públicos para casas y plantíos, con la impresión de haberse redactado todas el mismo día y haberse dejado abiertas y sin firma para poder subsanar, mediante los oportunos raspados, los errores en un momento de apuro. Y sin contemplaciones, se arrancan las hojas en 1880”. 

Sobre tan movediza arena como las Actas de Sesiones manipuladas, se crearon  derechos por particulares, denunciadas mediante instancia al Gobernador Civil, cuya respuesta fue: “…que se lucha con grandes dificultades para averiguar las delimitaciones realizadas en terrenos comunales…”. A raíz de esta denuncia, las actas reseñadas fueron precintadas en el citado año 1907 y... desaparecieron. Antonio Canales estaba 'haciendo amigos’ que treinta años después le pasarían la factura, siendo Alcalde, apresándolo el 10 de agosto y fusilándolo el 25 de diciembre de 1937[6], día de Navidad.

Los principales problemas que tuvo que afrontar la explotación minera de fosfatos fueron señalados por la geógrafa, profesora Dionisia Gómez Amelia[7]:

a) * Condiciones geológicas desfavorables: los filones sobre calizas devónicas eran pobres e irregulares, en bolsadas paralelas a favor de las diaclasas o cortándose ortogonalmente, a lo que se unía la abundancia de agua que impedía las labores.

b) *  Insuficiencia de medios técnicos de explotación: el mineral comenzó arrancarse a cielo abierto, sin orden ni concierto, de 1866 a 1878, con la técnica preindustrial de los caleros, a pico y pala o con el empleo de barrenos. De los pozos de extraía el material en cestos mediante poleas. Tales sistemas primarios precisaban de empleo masivo de mano de obra, pero con rendimientos muy bajos por el escaso volumen de material arrancado y por el elevado coste salarial de mano de obra.

c) * Constantes cambios en la propiedad de los yacimientos.

* * Carencia total de infraestructuras de transportes (carros tirados por sangre, camino de Mérida y por ferrocarril desde 1863 al puerto de Lisboa). hasta la llegada del ferrocarril en 1881.



[1] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1888). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 6 de octubre. Ref. 202-271. “Se está permitiendo por el municipio a D. José Hernández Wright la extracción de cal para su exportación. Éste se compromete a pagar 2 ptas. y 50 cm por cada vagón de cal que cargue en la estación”.

[2] Archivo Municipal de Cáceres (AMC). (1900): “… Los 24 hornos de cal existentes en los baldíos, como propiedad del municipio serán de aprovechamiento común entre los vecinos hijos de esta población, que se dediquen permanentemente a la saca de cal".

[3] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1843). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 3 de marzo. Ref. 202-266. “… Que se obligue a todas aquellas personas que hayan hecho pozos o excavaciones para descubrir las minas, las cierren inmediatamente en el caso de haber abandonado su proyecto”.

[4] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1846). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 3 de marzo. Ref. 202-268. “…. Nueva orden de que se tapen todos los pozos de las minas que se hallen abandonados ,a fin de evitar las desgracias que en otro caso puedan ocurrir por hallarse la mayor parte de ellos en las inmediaciones de los caminos”.

[5] Archivo Municipal de Cáceres (A.M.C.). (1907). Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 22 de junio. Ref. 202-268. “En el tomo correspondiente al año 1862, las actas aparecen sin firma alguna y se hacen concesiones de terreno para casas y plantíos en las fechas de 1 y 13 de mayo, 2 de junio, 21 y 28 de julio, 4 de agosto y 9 de diciembre”. “En 1864 se realizan concesiones para casas y otras para plantíos en la Sierra de la Montaña y Valdeflores. Antes de 1865 sin firmar y así hasta 1871…”.

[6] Campesino, A.-J. 1980): “La mortalidad en la ciudad de Cáceres: 1936-1943”. Miscelánea Cacereña (1ª Parte). Delegación Provincial del Ministerio de Cultura, Cáceres, pp. 33-49.

[7] Gómez, D. (1978). Aldea Moret. De poblado minero a suburbio cacereño. Aula de Cultura de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cáceres, Cáceres. 109 p.

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