lunes, 11 de diciembre de 2023

EL AGUA, BIEN PATRIMONIAL (ESCASO) EN LA CIUDAD DE CÁCERES

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(Continuación)

En 1885, una sociedad belga proyectó traer aguas de la mina de San Eugenio a Cáceres en condiciones ventajosas. El Ayuntamiento aceptó las condiciones del Sr. Lambert de Tanga y comenzaron los trabajos, que ofrecieron esperanzas por la calicata realizada en Maltravieso al encontrar las aguas al nivel de las del Marco, pese a la diferencia de cotas topográficas, lo que avalaba la tesis del sistema de vasos comunicantes dentro de la cubeta cárstica del Calerizo.

A la espera de los resultados, se realizaron mejoras higiénicas en las fuentes con la sustitución de los cántaros particulares por 16 cubos de cobre estañado para la extracción del agua potable en evitación de contagios.

En 1895, Pedro García Faria, Ingeniero de Caminos y Arquitecto, redactó un proyecto[13] basado en el Pliego de 1886, que preveía una dotación de 200 litros por hab./día, proyecto publicado por Pedro Plasencia Lozano, Ingeniero de Caminos. Al final, no se materializó.

Fig. 1. Proyecto de canalización de Aguas Potables a Cáceres. Pedro García Faria (1895) 

                                Ayuntamiento de Cáceres. E. 1:2.000

EL RESERVORIO DE AGUA DEL CALERIZO

La traída de aguas de las Minas del Calerizo se convirtió en el tema reiterativo de los últimos años del siglo XIX, aprovechando que la explotación de fosfatos se encontraba detenida.

El farmacéutico Joaquín Castel[14] fue uno de los profesionales más comprometido con el tema de la traída de agua desde el Calerizo. Mantenía que, si el agua filtrada por la porosidad de las calizas se convertía en agua subterránea con un nivel uniforme dentro de la cubeta, en el momento en que se procurara un desagüe por un punto a él acudirían siempre todas las aguas, a condición de que la galería se encontrara por debajo del nivel superior de las aguas subterráneas. Dado que existía incomunicación natural entre el Calerizo del Marco y las Minas, el Ayuntamiento debería practicar una galería de comunicación al objeto de que el agua de las Minas, por su nivel natural superior a la del Marco, pudieran verter en éste, aumentando la corriente de la Ribera.

En el caso de que las Minas volvieran a explotarse, se realizaría una línea de desagüe por la Empresa minera hasta La Cañada y punto de bifurcación de las líneas férreas de Mérida y Arroyo-Malpartida. De no volver a explotarse, el Ayuntamiento podría cerrar la galería de desagüe de la Mina Esmeralda y todos aquellos que miraran al valle del Alcoz, con objeto de volver a establecer el régimen natural de desagüe por los Caños de Santa Ana, quedando prohibido a cualquier empresa abrir otro desagüe a mayor profundidad que el nivel de los caños citados[15].

A partir de esta tesis, se puso en marcha la Sociedad de Aguas de Cáceres que intentó realizar la explotación con la emisión de 2.250 acciones, de las que únicamente consiguió colocar 700.

Se decidió enviar a Madrid y Sevilla el agua procedente de la Mina Esmeralda para su análisis y medición del grado de potabilidad. De Madrid contestaron que se podía calificar como de buenas condiciones para la alimentación y toda clase de usos. Por su parte, el laboratorio municipal de Sevilla proporcionó un informe de ciencia-ficción: “El agua de la Mina Esmeralda es de excelente calidad por su escasa mineralización, exigua proporción de materias orgánicas, ausencia de nitritos y de amoniaco, escasa proporción de nitratos y fosfatos y fuerte oxigenación, condiciones todas que la hacen excelente para la bebida, alimentación, toda clase de usos domésticos y aplicación industrial”[16].

La opinión contrastada de los sufridos ciudadanos cacereños difería notablemente del informe sevillano por ser un agua infame, de sabor extraño y cargada de depósitos calizos de imposible disolución.

La Sociedad de Aguas de las Minas dejará de suministrar agua en 1902, con lo que el problema volverá a plantearse desde cero para una población que ya censaba 16.933 habitantes, y que se abastecías en sus dos terceras partes del agua de la Fuente Concejo, llegándose a situaciones insólitas para no desperdiciar una sola gota de agua, para lo cual desde julio de 1899 el Ayuntamiento había dispuesto embudos para el llenado de los cántaros[17].

Si bien los geógrafos no aceptamos la concepción del determinismo geográfico, la ausencia de una corriente fluvial en el origen fundacional de Cáceres condicionó y afectó, profundamente, al desarrollo urbano de la ciudad, y, lejos de condicionar, determinó hasta el extremo de plantearse la potencial desaparición de la ciudad por falta de agua a comienzos del siglo XX.



[13] Plasencia, P. (2011): “El proyecto de abastecimiento de Cáceres realizado por Pedro García Faria en 1895“. Revista de Obras Públicas, nº 3.521. Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, Madrid, pp. 55-62.

[14] Hurtado, Paco. (2021): Lecciones de historia cacereña: Joaquín Castel (y 5). Twitter. Cerca de las Retamas. Cáceres. (mayo 21)

[16] Archivo Municipal de Cáceres. Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 13 de diciembre de 1899. (Ref. 202-279).

[17] Archivo Municipal de Cáceres. Libros de Acuerdos Municipales. Sesión de 31 de julio de 1899. (Ref. 202-279).

 

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