sábado, 9 de diciembre de 2023

EL AGUA, BIEN PATRIMONIAL (ESCASO) DE LA CIUDAD DE CÁCERES

 

INTRODUCCIÓN

El agua es el factor básico del poblamiento, de ahí que la mayoría de las ciudades se encuentren vinculadas a un curso fluvial y sean excepciones minoritarias las que carezcan de él. En el manual de fundaciones romanas prácticamente ninguna, a excepción de Cáceres que, en su defecto, tenía reserva del Calerizo, una conducción por acueducto[1] y acuíferos para fuentes en sus proximidades.

Condicionante adverso que gravitará a lo largo de la historia urbana de la villa y que con el despegue demográfico de la segunda mitad del XIX el abastecimiento de agua, dependiente de las fuentes y del agua del Marco, pese a su falta de potabilidad, se convertirá en problema heredado, crítico e insoluble, que condicionó durante décadas el desarrollo económico y hasta la expansión urbana lineal del ensanche.

EL CALERIZO Y LAS FUENTES

Los proyectos de traída de agua a la villa arrancan de 1835, a través de las gestiones realizadas por Isidro Sainz de Varanda, Gregorio de Borja Tarrins y el arquitecto Fermín Miera, que pretendían procurar el abastecimiento a partir de las aguas del Marco[2].

El factor distancia a las fuentes obligó al acarreo histórico del agua por las aguadoras y por los vecinos, incomodidad topográfica y esfuerzo que el Ayuntamiento trató de paliar mediante el establecimiento de puestos de venta en la Plaza Mayor, bajo la Torre de Bujaco y en los aguaduchos del salón central.

En 1842, Madoz[3] se hace eco del problema, describe el Calerizo, las fracturas del anillo ordovícico que lo avenan y las fuentes del Rey, del Concejo y Aguas-vivas, con la irregularidad de sus caudales:

“La posición de esta villa no ha permitido la construcción de fuentes en su interior, pero en sus afueras son muchas y abundantes; en la circunferencia se hallan las denominadas del Rey, de Concejo, Fría, Aguas-vivas, Doncellas, Butrera y Balincoso; a mayor distancia, las de Barba, Jaraíz, Valhondo, Santo Toribio, y Caño de Santa Ana…”. “Merecen particular atención las del Rey y Concejo:

Fuente del Rey

“La primera llamada vulgarmente el Marco, está en un pequeño valle, al sur de la población, cercada de un muro de mampostería que forma un triángulo de 50 varas[4] en cada uno de sus lados; su nacimiento está entre una porción de juncos y yerbas sobre un terreno fangoso, que despejado al este, presenta un caudal de agua admirable; sale de aquel muro por unos pequeños arcos practicados en la pared de este lado; y corre al nordeste, formando desde luego una inagotable rivera, que baña las inmediaciones de la población, da movimiento a 25 molinos harineros, sirve a varios tintes, batanes, tenerías y otras fábricas, y riega una legua de huertas”. “Este manantial toma sus aguas principalmente del mineral calizo que termina en él, a cuyo extremo se encuentra el cerro de Santa Ana; este mineral arroja, por sus extremos y las aberturas de sus peñas, un arroyo de agua que toma el nombre de Alcócer, capaz, si fuera constante, de hacer moler piedras harineras; pero en un mismo año se ha visto correr y suspenderse; dos continuados ha seguido su curso, y muchos más lo ha suspendido, notándose haber principiado algunas veces con extraordinario rumor y fuerza, elevándose como una columna por las mismas aberturas y otras más que se hallan en diferentes puntos; recibe aguas en las avenidas, razón que con la de su mayor elevación respecto de la fuente, demuestra hallarse en todo este mineral un gran depósito de agua que sostiene su corriente”.

Fuente de Concejo

“La fuente de Concejo, situada en lo más bajo de la quebrada entre la población y calzada que sube a la Montaña, es la que se usa generalmente por los vecinos; tiene tres varas de profundidad, está cubierta con seis arcos de piedra cantería labrada, y su suelo está formado de losas, por cuyas juntas y varias piletas, sale el agua con tal abundancia, que en los años 1793-94 y algunos otros que han sido muy secos, se le han extraído en las 24 horas 13.000 cántaros[5] de agua, sin que faltase para el siguiente, llenándose el vaso con una sola hora de intermisión; el agua es de excelente calidad, aunque no muy delgada, gozando la inapreciable ventaja de conservarse incorrupta por muchos años”.

La Fuente de Concejo reclama a gritos ser rehabilitada, restaurada, regenerada, recuperada y declarada Bien de Interés Cultural por los impagables servicios prestados a Cáceres. 

Fuente de Aguas-vivas

“Se destina principalmente para lavadero de ropas; a su inmediación colocan las mujeres unos grandes recipientes de corcho, llamados paneras, que pueden contener hasta seis cántaros de agua, y en ellos hacen el lavadero, mudando las aguas cuantas veces necesitan”.

Otras fuentes, Fuente Fría y Fuente Rocha y “dos pilares cerca de San Francisco; dos grandes charcas o lagunas en las inmediaciones de las ermitas de los Mártires y del Espíritu Santo y algunos arroyuelos para abrevadero de las caballerías”,

La creación de la Fuente del Piojo, al Oeste de la población en la vaguada de La Madrila fue obra del Ayuntamiento que confeccionó un vaso de cantería para recoger las aguas, aprovechando el material procedente del desamortizado y derribado Convento de la Concepción.

Este era el panorama del abastecimiento de agua en 1846, cuando la población rondaba los 10.000 habitantes. 



[1] Gil, J. y Vargas, José. (2023): “Dos acueductos romanos inéditos: Norba Caesarina (Cáceres) y Regina Turdulorum (Casas de Reina)”, en Moreno, I. (Coord.). Ingeniería hidráulica Romana. VI Congreso Internacional de las obras públicas romanas. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, pp. 287-308.

[2] Campesino, A.-J. (1982): Estructura y Paisaje Urbano de Cáceres. Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura, Delegación de Cáceres, Cáceres. 375 p. (207 y ss.).

[3] Madoz, P. (1842). Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar. “Extremadura”. Publicaciones del Departamento de Seminarios de la Jefatura Provincial del Movimiento (1955), Tomo II. Cáceres, pp. 75 y ss.

[4] 1 metro [m] = 1,19738682299749 vara castellana.

[5] El cántaro tiene una cabida de 16 litros. 13.000 cántaros son 208.000 litros, lo que supone un caudal de 8.666 litros por hora, unos 8,5 m3. 

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