martes, 26 de septiembre de 2023

CÁCERES, CAPITAL EUROPEA DE LA CULTURA 2031

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Introducción

El 25 de septiembre de 2023, con ocasión de la presencia en Cáceres de los ministros de cultura de la Unión Europea, la presidente de la Junta de Extremadura, María Guardiola Martín, declaró que la ciudad de Cáceres aspirará, de nuevo, a ser Capital Europea de la Cultura en 2031.

Un reto que la ciudad ha de asumir, por segunda vez, pero aprovechando la experiencia acumulada de buenas prácticas de la candidatura precedente (2007-2011), al objeto de volver a diseñar un Plan Estratégico de Ciudad con proyectos asociados, instrumentos gestores consorciados, financiación pública-privada empresarial y participación ciudadana.

Antecedentes: cultura y construcción europea

A partir de la iniciativa de Melina Mercouri, las Ciudades Europeas de la Cultura se instituyeron por acuerdo del Consejo Europeo de Ministros de (13-06-1985) para contribuir a la cohesión de los pueblos europeos. El artículo 151 del Tratado de Maastricht (1991) recogía la voluntad comunitaria de que la cultura ocupara un lugar privilegiado en la construcción europea, mediante la revalorización de la riqueza, la diversidad y las características comunes del patrimonio cultural compartido para un mejor conocimiento mutuo de los ciudadanos[1].

En el contexto de globalización cultural, inherente al tránsito intersecular, las ciudades patrimoniales europeas pugnaron por encontrar su modelo específico de identidad, a fin de posicionarse ventajosamente en el mercado de la competitividad cultural[2]. No podía extrañar que la potencial designación como Capital Europea de la Cultura (nuevo marchamo de identidad turística-patrimonial) se convirtiera en una meta estratégica a perseguir en horizontes temporales mediatos por ciudades de distinta condición patrimonial y turística. En la normativa Decisión 649/2005/CE, el Parlamento Europeo y el Consejo reforzaron el nivel competitivo del proceso de selección, al promover a escala nacional la competitividad entre las ciudades del propio Estado miembro, interesadas por la candidatura al título.

De 1985 a 2004, se designaron una treintena de Capitales Europeas de la Cultural, entre las que figuraron (Madrid’1992, Santiago de Compostela’2000 y Salamanca’2002). Preparar integralmente estas ciudades, definir sus modelos turístico-culturales, proponer sus respectivas candidaturas y obtenerlas no fue tarea fácil, ni fruto de improvisación momentánea, conformándose en el modelo de trabajo a seguir para Cáceres, Córdoba, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Segovia y Tarragona, candidatas postulantes reconocidas para el año 2016.

Las condiciones que, contenidas en la normativa, habían de reunir las futuras candidatas a Capital Europea de la Cultura en 2016, fueron:


1.  La designación como Capital Europea de la Cultura suponía el reconocimiento público internacional de la tradición cultural de esa ciudad en su dimensión europea, es decir, de las transferencias culturales recíprocas y demostrables de ida y vuelta. Objetivo urbano de primer orden que definía una nueva imagen de marca de la competitividad turística-cultural. Poner el acento en la “dimensión europea”, equivalía a responder a las cuestiones esenciales de ¿Qué podía añadir esa Capital Europea de la Cultura a la UE? y ¿Qué podía aprender Europa de esa ciudad?

 

2. Aspirar a tal distinción exigía la especialización cultural de las ciudades candidatas y la definición de cuantiosas inversiones públicas y privadas en infraestructuras y equipamientos culturales. Se asumía, por tanto, una responsabilidad compartida del Estado, de la Comunidad Autónoma y del Ayuntamiento, que habían de funcionar al unísono a la hora de diseñar los instrumentos institucionales de decisión y gestión, de aprobar planes de inversiones de edificios culturales y de planificar una programación cultural extraordinaria para el año en cuestión.


3.  Activos culturales básicos del proceso eran el patrimonio cultural heredado, la tradición universitaria y su atractivo turístico como ciudades de congresos y eventos culturales. La función universitaria era fundamental como motor de cambio en la estrategia de posicionar a las ciudades medias del Patrimonio Mundial en el mercado de la competitividad cultural. A la Universidad le deben las ciudades patrimoniales (como Cáceres), no sólo su carácter de ciudades de la cultura, sino su inclusión en la Lista del Patrimonio Mundial.


4. Los ciudadanos, asociaciones cívicas, agentes sociales y empresariales, y poderes públicos urbanos debían superar la eterna complacencia provinciana de la recreación en las glorias pasadas, para comprometerse y aglutinar esfuerzos en torno al Plan Global de Ciudad Europea de la Cultura. Sobraban nostalgias históricas, visiones partidistas, revanchismo político y actuaciones urbanísticas deplorables que sólo servían para deteriorar la imagen pública de la ciudad ante las instancias internacionales, las ciudades competidoras y los evaluadores europeos.


5.  Para ello, se debía recurrir a la metodología socrática, con riguroso examen de conciencia sobre el reconocimiento de sus limitaciones, fragilidades, debilidades y amenazas (ironía), para poder construir sobre las fortalezas y oportunidades (mayéutica) un Proyecto Cultural de alcance que engranase con el modelo futuro de ciudad, valorando en su justa medida el tamaño demográfico, su dinámica poblacional, su situación económica, su diversidad funcional y su condición de capitalidad.


6.  De nada servía atesorar recursos patrimoniales y añejas añoranzas del pasado, si no se definía con antelación el Modelo Cultural de Ciudad, mediante la planificación y gestión de políticas, planes y proyectos de ordenación integrada (urbanística, patrimonial, cultural, social, funcional, ambiental y turística)[3], al objeto de preparar el destino turístico-cultural, a partir de un Proyecto Cultural (Decisión 1419/1999/CE) incorporado al dossier de la candidatura, para la promoción transformadora de los recursos patrimoniales en productos turísticos comercializables[4].


7. Dicho Proyecto Cultural había de conformarse mediante: un programa de manifestaciones artísticas-culturales y la asociación con operadores culturales de otros países europeos para la mejora de la promoción y gestión de actividades culturales; la divulgación entre los ciudadanos de la Unión Europea de los méritos de las personalidades y acontecimientos que marcaron la historia y la cultura de la ciudad; la realización de iniciativas en materia de acceso y sensibilización por el patrimonio, y la contribución al desarrollo de la actividad económica, sobre todo en lo referente al turismo y a la creación de empleo. En el caso de que dos ciudades fueran designadas capitales para el mismo año, estarían obligadas a desarrollar programas con lazos de relación.


8. Clave en el proceso de acercamiento o alejamiento a Europa era el posicionamiento de la ciudad en la red de Eurociudades, en los ejes infraestructurales de comunicaciones y en los sistemas de transporte de gran capacidad y velocidad (Aeropuertos, Autovías y TGV), que favorecían o bloqueaban la accesibilidad internacional, nacional y regional al destino.

Para afrontar tal reto, las ciudades debían definir un Plan Estratégico de Ciudad, al que vincular los diversos Proyectos Estratégicos de planificación y gestión cultural, urbanística, patrimonial y turística. Fruto del esfuerzo investigador, de la voluntad política regional y municipal, de la gestión técnica-administrativa y de la sinergia financiadora pública-privada, la ciudad de Cáceres contó con su primer Plan Estratégico de Ciudad y sus Proyectos asociados.



[1] Campesino, A.-J. (2001): “La herencia histórica en la ciudad europea contemporánea”, en Monleón, J. (ed.). Europa, Final del Milenio. Las Ciudades. Las Migraciones. Los Derechos Humanos. Universidad Carlos III, Madrid, pp. 79-85.

[2] Campesino, A.-J. (2000): “El ‘patrimonio estrella’ del siglo XXI en las viejas ciudades históricas: la competitividad cultural”, en Castillo Oreja, M. Á. (edit.). Ciudades históricas: conservación y desarrollo. Fundación Argentaria-Visor Distribuciones, Madrid, pp. 35-43.

[3] Campesino, A.-J. (2002): “Integración de políticas urbanas en el planeamiento general, especial y estratégico (I-II-III)”. Habitex: Arquitectura, Vivienda y Ciudad, Revista Independiente, nº. 14-15 y 16, Mayo-Diciembre. Cáceres, pp. 5-18-22. (Dir. Joaquín Bohórquez Sánchez, Arquitecto).

[4] Campesino, A.-J. (2006): “Capitales Europeas de la Cultura: nueva imagen de marca de la Competitividad Turística”. X Congreso AECIT. Turismo y Territorio: conflictos, corresponsabilidad y estrategias de gestión. AECIT, Asociación Española de Expertos Científicos en Turismo (Málaga, 30 de noviembre y 1-2 de diciembre de 2005), Castellón, pp. 9-14.

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