lunes, 11 de septiembre de 2023

LOBO, Paco y PINILLA, Alfonso (coords.). (2021): Movida CC. La movida cacereña 80’S -90’S. Los autores. Universidad de Extremadura, Servicio de Publicaciones. Cáceres. 270 p (6. pp. 75-77). ISBN: 978-84-9127-099-7  

MEMORIA URBANA CACEREÑA: LOS ¿DORADOS OCHENTA?

Antonio-José Campesino Fernández

Universidad de Extremadura

 In memoriam. A mi gran amigo Diego Ariza Viguera

 

Con la perspectiva temporal suficiente para la sedimentación de las imágenes de la memoria, me propongo pasar revista en esta breve aportación, requerida por Paco Lobo, a la dinámica de la ciudad de Cáceres en la década de los años ochenta, interpretada con marcado sesgo autobiográfico desde las ópticas profesionales académicas, urbanísticas y patrimoniales, como necesario examen de con-ciencia urbana.

Años de duro esfuerzo en los que consolidé mi situación académica en la Universidad de Extremadura (Doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Salamanca -1980-, Profesor Titular de Análisis Geográfico Regional -1983- y Catedrático de Análisis Urbano y Regional -1987-). Como castellano viejo nacido a orillas del Duero en Zamora y extremeño de adopción, quiero dejar constancia de mi gratitud a Cáceres y a Extremadura por haberme permitido ser profesionalmente quien soy, lo que no sólo es justo admitirlo, sino necesario para reconducir interpretaciones sesgadas a mis fundamentaciones, siempre críticas e independientes, emanadas de la libertad de cátedra y sin disciplina de partido.

A la Junta Directiva del COADE, integrada en 1981 por Diego Ariza Viguera, Luis González Jiménez, Fernando Hernández Mancha, Miguel Matas Cascos, Isidro Navarro Jiménez y Eleuterio Sánchez Vaca -jóvenes arquitectos entonces y profesionales consagrados hoy-, debo la gratitud impagable de su amistad y la impecable publicación de mi tesis doctoral sobre la Estructura y Paisaje Urbano de Cáceres (1982), maquetada en Madrid por Roberto Turégano.

En la contraportada de la misma formulé un diagnóstico escueto: “El Cáceres de los ochenta ofrece una contrastada dicotomía: de un lado, el núcleo genético más homogéneo de arquitectura civil gótico-renacentista europea, inserto en un centro histórico en deterioro progresivo por su envejecimiento y abandono; de otro, el ensanche moderno, buen exponente de ciudad-jardín, arrasada desde mediados de los sesenta por la incultura patrimonial y la especulación salvaje; y, más allá, una periferia espontánea y desordenada, exponente franquista del urbanismo de los polígonos. En síntesis, suelo caro por inexistente, déficit de 5.000 viviendas sociales, alquileres desorbitados, equipamientos embrionarios y déficit de calidad de vida en una ciudad capitalina de 65.000 habitantes, estancada en su demografía e hipertrofiada de funcionarios”.

Para ordenar tanto desafuero, Cáceres disponía entonces del controvertido Plan General de Ordenación Urbana de 1978, redactado por Francisco Fernández Longoria, un documento, desarrollista, utópico y tan desajustado de la realidad en tiempos de crisis como la propia Ley de Régimen del Suelo y Ordenación Urbana de 1976.

A comienzos de los ochenta, recibí el encargo de Jesús Guirau, concejal de Urbanismo del Ayuntamiento cacereño (UCD) de dirigir un equipo de arquitectos locales para la redacción del Plan Especial de Valoración y Catalogación del Patrimonio del Término Municipal de Cáceres (Precatálogo). Con el entusiasmo de la juventud abordamos la tarea en el marco de las nuevas preocupaciones de la rehabilitación integrada y de la regeneración urbana, frente al vandalismo arquitectónico que había arrasado en veinte años el ensanche burgués de Cánovas (y aledaños), diseñado en 1881, urbanizado en 1891 y edificado entre 1930 y 1960. La feroz oposición de los propietarios al proyecto, la carencia de legislación patrimonial protectora y la connivencia con la especulación del grupo mayoritario del gobierno municipal de UCD bloquearon cualquier protección patrimonial ajena al Casco Antiguo.

En el estudio G-2, de los arquitectos Miguel Matas y Luis González, junto a Diego Ariza, redactamos el Plan Especial de Reforma Interior de la Ribera del Marco (PERI, 1981), como planeamiento de desarrollo contenido en el PGOU de 1978, la fachada urbana de mediodía de increíble interés arquitectónico y centro económico de gravitación urbana desde el siglo XIV. Nuestras propuestas pioneras de rehabilitación integrada fueron desestimadas y, desde entonces al presente, ahí sigue la Ribera del Marco, cuarenta años después, como la historia de un proceso imposible.

En paralelo, redactamos el Plan Especial de Reforma Interior de Casas Baratas (PERI, 1982), segunda barriada planeada de vivienda obrera cacereña (tras el Poblado Minero de Aldea Moret, 1887), construida entre 1912 y 1930 sobre el suelo público de la cantera de Peña Redonda. Al proyecto se unieron los arquitectos Fernando Hernández Mancha, Eleuterio Sánchez Vaca e Isidro Navarro Jiménez. La asunción municipal de renovación de la Barriada de Casas Baratas, permitiendo volúmenes de hasta cuatro alturas, nos obligó a una parte del equipo a finiquitar la redacción del documento, previendo los actuales resultados urbanísticos impresentables, que borraron otra huella de la memoria urbana cacereña planeada.

La Ley 16/85, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español obligó a los Conjuntos Históricos a redactar un Plan Especial de Protección, y Cáceres se vio impelida a convocar un concurso, al que nos presentamos en 1986 con curriculum acreditado, pero sin éxito, porque el Plan Especial de Protección y Revitalización del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Cáceres (PEPRPACC) fue adjudicado a Santiago Rodríguez-Gimeno y a su equipo Delta Sur, S.L., (que hizo lo que hizo), demorándose la aprobación definitiva del documento hasta marzo de 1990 y manteniéndose aún hoy vigente, añejo y obsoleto treinta años después.

Mucha preocupación política por el patrimonio, pero sin el patrimonio. Y, pese a no disponer Cáceres de Plan Especial de Protección y Rehabilitación, que garantizase la gestión patrimonial del bien, y a la redacción de un expediente impresentable, los buenos oficios de Dionisio Hernández Gil y de la Dirección General de Bellas Artes ante el Comité del Patrimonio Mundial, consiguieron que la UNESCO inscribiera a Cáceres en el Patrimonio de la Humanidad el 26 de noviembre de 1986.

Salvo la declaración de Patrimonio Mundial, de todo lo antedicho colijo que los ¿dorados? años ochenta en Cáceres, no lo fueron tanto en materia de Urbanismo y Patrimonio, porque si bien la vitalidad universitaria (que no la movida) sacó a la ciudad del paletismo capitalino provinciano, en cambio las expectativas de ensamblar vida universitaria y campus interno intramuros se verían definitivamente frustradas años después (en 1995), al canjear jerarcas universitarios y municipales (a coro) el Patrimonio Mundial por el barbecho del campus externo “a la americana”. Un dislate para la eternidad.

Y ultimo esta breve memoria con mi recuerdo imborrable del muy amigo arquitecto Diego Ariza Viguera, muy prematuramente fallecido en 2013. Amigo de sus amigos, generoso, afable, ingenioso, educado, cordial, sensible hasta la médula y siempre dispuesto a colaborar con quien se lo demandara (hasta su descarada explotación) sin más ánimo de lucro que su buen hacer profesional. Un buen ejemplo para el gremio de arquitectos. En representación del COADE y de la UEX, juntos presentamos al Congreso Nacional de Pueblos Deshabitados (Madrid, 1984) el trabajo “Pueblos abandonados de Extremadura: Poblado de Aldea Moret y Estación Arroyo-Malpartida. Dos casos interrelacionados de abandono por reconversión de la actividad industrial cacereña”, publicado en el número 5 de OESTE, Revista de Arquitectura y Urbanismo del COADE (1988), a la que dedicó muchas horas para maquetar los primeros 13 números que llevan su impronta de buen hacer profesional. Encabezó la lista de firmantes del artículo “Paseos por Cáceres”, publicado en Periferia, Revista de los Colegios de Arquitectos de Andalucía, Extremadura y Canarias, nº 13 (1994). Y tuvo la gentileza de diseñar la portada del libro Portugal-España: Ordenación territorial del suroeste comunitario (1996), correspondiente a las Actas del VII Coloquio Ibérico de Geografía que organicé en Cáceres, con una especial fotografía propia de viejos vagones de trenes varados en la estación de Arroyo-Malpartida.

Diego Ariza aportó toda la esencia de la movida madrileña de Malasaña a la movida cacereña, como miembro de la banda Coup de Soupe, la mejor representante de aquellos, sino dorados, sí locos “ochenta”, que no volverán y tanto añoramos en este insípido panorama urbano.

Que la tierra te sea leve, buen amigo.

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