miércoles, 18 de octubre de 2023

LOS APARTAMENTOS TURÍSTICOS EN LA CIUDAD DE CÁCERES: REHABILITACIÓN Y REFUNCIONALIZACIÓN DEL CONJUNTO HISTÓRICO.

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3.2.2. Rehabilitación residencial

Desde 1982, por ‘rehabilitación integrada’ entendió el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) “el conjunto de intervenciones, coherentes y programadas, tendentes a potenciar los valores edificatorios, sociales, funcionales y ambientales de tejidos urbanos y rurales consolidados, con los objetivos de conseguir la repoblación social y la devolución de la multifuncionalidad perdida”[16]. En consecuencia, la rehabilitación es una práctica de acupuntura, multidisciplinar, trasversal y muy compleja, tanto en términos técnicos como de gestión política administrativa. El instrumento ejecutor iba a ser la Oficina Técnica del Área de Rehabilitación Integrada (ARI) multiusos, encargada de rehabilitar viviendas degradadas, realizar informes para la Comisión de Patrimonio, gestionar permisos de obras y tramitar ayudas y subvenciones públicas para la recuperación de inmuebles destinados a vivienda, mediante obras mayores integrales o menores parciales. Por desgracia, se ha denominado rehabilitación a cualquier chapuza y se han rehabilitado edificios sin conocimiento del uso final, con marcada indisciplina de los propietarios al hacer caso omiso del deber legal de conservación de los edificios para mantenerlos en perfectas condiciones de policía, higiene y ornato público. Los modelos rehabilitadores de Vitoria-Gasteiz y Santiago de Compostela constituyen referencias emblemáticas de buenas prácticas.

Desde mediados de los años setenta, el Centro Histórico de Cáceres perdió la función residencial y desde entonces las casas-palacio patrimoniales del Casco Antiguo han experimentado emblemáticas rehabilitaciones formales y cambios de uso, pero no así las arquitecturas burguesas y populares del Centro Histórico, proceso agudizado por el inmenso error de planificación urbanística-universitaria de no acoger el campus interno de la Universidad de Extremadura, como sí lo hizo la ciudad de Toledo[17].

Desde su creación en 1994, hasta 2012, la Oficina Municipal de Rehabilitación de Cáceres tramitó más de 1.500 expedientes de rehabilitación de viviendas en el Conjunto Histórico, con un montante total de unos 9.000.000 de euros de subvenciones, procedentes tanto del Estado como de la Junta de Extremadura. Por término medio, los propietarios de los inmuebles, objeto de obras de mejoras, consiguieron unos 6.000 euros de subvención. A lo largo de los primeros 18 años de funcionamiento se constató una media de 85 a 90 intervenciones al año, aunque con un descenso apreciable a partir del inicio de la crisis en el sector inmobiliario (1998-2007). El 31 de diciembre de 2012, el Gobierno PP de la Junta de Extremadura clausuró las 22 ARIs repartidas por otros tantos Conjuntos Históricos de la región, manteniéndose la de Cáceres con competencia sobre 1.756 inmuebles y 3.886 viviendas del Conjunto Histórico.

Según José Luis Sánchez de la Calle, arquitecto técnico responsable del ARI, en la década 2002-2012, el volumen de expedientes fue decayendo progresivamente: de los 105 (2001), la cifra pasó a 99 (2003), 100 (2004), 65 (2005), 64 (2006), 55 (2007), 42 (2008), 25 (2009), creciendo a 57 (2010) y 50 (2011), y 21 (2012), una quinta parte de los contabilizados en 2001. La mayoría de las intervenciones en viviendas se limitó a obras menores de reformas y conservación y, en menor medida, a obras mayores de rehabilitación integral, que abundaron entre 2001 y 2009. Se duplicaron en número a partir de 2010, porque cambiaron la figura del demandante de subvenciones, y el modelo de expediente rehabilitador, al ser el vecino residente el que deseaba arreglar las deficiencias de su vivienda, mediante reformas de baños, cocinas y cubiertas. El mayor número de intervenciones se localizó en Plaza de Santa Clara, Caleros, Tenerías, Margallo y Barrio Nuevo.

A mediados de 2014, se mantenían aún zonas degradadas en Santiago, Ribera del Marco, Parras, Barrio Nuevo y Margallo, con arquitecturas notables del XIX y XX y grandes viviendas de 2 y 3 alturas (planta del servicio, planta principal, desvanes...), que los propietarios abandonaron al trasladarse al Ensanche de Cánovas. De las 3.886 viviendas incluidas en la zona de intervención del PEPRPACC, más de un 12% seguían desocupadas y el resto necesitaban el lógico mantenimiento, especialmente en esta coyuntura en la que muchas familias abandonaron la idea de comprar otro inmueble, prefiriendo reformar su hogar, con el aliciente añadido de la caída de los precios hasta un 35% en estos años.

En este contexto de crisis, al Plan Estatal de Fomento de la Vivienda en Alquiler se unió la aprobación de la estatal Ley 8/2013, de 26 de junio, de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbanas (BOE, 153, de 27/06/2013), que introdujo novedades sobre el deber de conservación edificatoria de las viviendas por los propietarios, el Informe de Evaluación de los Edificios (IEE) con cumplimiento de la normativa de accesibilidad, y la Certificación de Eficiencia Energética, obligatoria desde el 1 de junio de 2013.

Es un axioma que las políticas de rehabilitación y de regeneración urbanas se aplican, sistemáticamente, en tiempos de crisis urbanística y arquitectónica, cuando no hay posibilidad de seguir especulando con el ladrillo y hay mucho tiempo para repensar la ciudad. La burbuja inmobiliaria de la ‘década prodigiosa’ entre 1997 y 2007 supuso la pérdida de 1,5 millones de puestos de trabajo entre 2007 y 2011 y el despilfarro actual de 773.000 viviendas vacías.

Rehabilitación y regeneración urbanas parecían los antídotos anticrisis para aprovechar el inmenso capital fijo heredado de viviendas en el suelo urbano consolidado. Los nuevos proyectos de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas tendrían que insertarse en el planeamiento especial de protección y supeditarse a sus determinaciones normativas, para erradicar la práctica generalizada de que proyectos, a calzador, obliguen a la revisión puntual de los planes especiales para satisfacer veleidades políticas e intereses especulativos.

3.2.3. Planeamiento y gestión patrimonial

Cáceres dispone de Plan General Municipal, con vigencia desde su publicación en el Diario Oficial de Extremadura (DOE 30-03-2010), conforme a lo normado por la Ley 15/2001, de 14 de diciembre, del Suelo y Ordenación Territorial de Extremadura (LSOTEX), sustituida por la Ley 11/2018, de 21 de diciembre, de Ordenación Territorial y Urbanística Sostenible de Extremadura (LOTUS), que entró en vigor el 27 de junio de 2019.

Tres decenios después de su aprobación, el Plan Especial de Protección y Rehabilitación del Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Cáceres (PEPRPACC) se mantiene vigente, pero completamente obsoleto en sus determinaciones, por la negativa de revisión de las distintas corporaciones municipales. No obstante, la mesa de contratación del Ayuntamiento adjudicó -por fin- su revisión el 15 de diciembre de 2017 -28 años después de su aprobación-, al estudio salmantino de Fraile Arquitectos, dirigido por Juan Carlos García Fraile, que también redactó el Plan Director de la Muralla.

En cuanto a la gestión del patrimonio, el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica se encarga de ello, aunque de forma tardía, respecto de lo ocurrido en otras ciudades patrimoniales. De 2010 a 2012, Cáceres dispuso del primer Consorcio Cáceres 2016, para gestionar el “Plan Estratégico Cáceres 2016: de Intramuros a Europa” y la candidatura de Cáceres a Ciudad Europea de la Cultura 2016, cuya no consecución determinó su finiquito. Un año después, una nueva Corporación municipal creó el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica (2013) para la gestión rehabilitadora y la conservación patrimonial, donde se reubica la Oficina de Rehabilitación (1994), rebautizada desde 1997 como Oficina Municipal del Área de Rehabilitación Integrada (ARI). Esta herramienta gestora, presente en otras ciudades patrimoniales, funciona en Cáceres participada por tres instituciones: Ayuntamiento (40%), Junta de Extremadura (40%) y Diputación Provincial (20%) y los técnicos que coordinan las actuaciones (aparejadores, arqueólogos, interventor…) son funcionarios de las mismas. En 2014 se aprobó el exiguo presupuesto de 155.000 euros para 2015, fijando como sede la Casa Torremochada. Los fines del Consorcio residen en hacer entender que el legado histórico, artístico y arquitectónico de Cáceres ha de ser compatible con la rehabilitación, revitalización y repoblación, como mejores instrumentos para su conservación. Entre sus funciones se contemplan la promoción, ejecución y gestión de proyectos, además de impulsar la coordinación de inversiones que se proyecten por las tres administraciones. Para la gestión de sus objetivos el Consorcio podrá adquirir, enajenar, reivindicar, permutar e hipotecar todo tipo de bienes, al igual que celebrar contratos, concertar créditos y establecer y explotar obras y servicios[18].



[16] García, E.; Oria, J.; Crespo, S.; Benito, Mª. M. (1982): Rehabilitación integrada de Cudillero. Servicio de Publicaciones del MOPU. Oviedo, 308 p.

[17] Campesino, A.-J. y Salcedo, J.-C. (2014): “Campus universitarios en ciudades patrimoniales: contrastes entre Cáceres y Toledo”. Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija (CIAN - Historia de las Universidades), Vol. 17/ Nº 1. Universidad Carlos III, Madrid, pp. 101-137. Edición digital www.uc3m.es/cian

[18] Sellers, J. (2017): “La gestión del Casco Antiguo de Cáceres, Patrimonio Mundial”, en Campesino, A.-J. y Salcedo, J.-C. (Dirs.). Guadalupe (Cáceres): Gestión turística del Patrimonio Mundial. Diputación Provincial de Cáceres, Servicio de Publicaciones, Cáceres, pp. 147-150.


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